lunes, 1 de septiembre de 2008

La Academia, Última Generación (¿Será?)

Después de varios meses de que se anunció que sí se realizaría una sexta, y última, edición de La Academia, el domingo pasado por fin el público televidente pudo "deleitarse" con más de 3 horas de transmisión del tan esperado primer concierto.

No hablaré de todos los participantes, puesto que apenas comienzo a conocerlos y varios de ellos, grises, no merecen ni siquiera una mención (afortunadamente algunos de ellos ya están fuera de, como se le comenzó a llamar desde la primera generación, tan prestigiada institución de alto rendimiento).

Empecemos con el conductor, el chileno Rafael Araneda... Su conducción fue buena a secas, se mostró agradable ante el público, jugando un papel imparcial entre críticos y maestros y si bien nuevamente trataron de explotar los chismes fuera de lugar de los participantes, asemejándose mucho en la mediocre participación de Alan Tacher en las generaciones anteriores, los alumnos no dieron mucho de que hablar (esperemos por el bien de los espectadores que esto siga así, y que los noviazgos, muertes trágicas, abandono de padres golpeadores, matrimonios y demás no se vuelva parte esencial de los conciertos dominicales). Si bien no tuvo nada aplaudible, hay dos cosas que llamaron mucho mi atención... para mal por supuesto. Primero, una cabellera pasada de moda, a la usanza del señor Camilo Blanés Cortés, mejor conocido como Camilo Sesto. También ésta debió ser la imagen en la que se inspiró el participante de Nuevo León (comentario al márgen: no causa ninguna sorpresa que su ex-académico favorito sea Víctor García... una muestra más de mal gusto). Segundo, el saco de terciopelo negro que el conductor portó durante el concierto... No soy fanático del terciopelo, y menos en este tipo de prendas, pero considero que el evento requería un poco más de elegancia.

El escenario... ¡Vaya que en esta ocasión sí se esforzaron! Afortunadamente el esfuerzo (y el dinero) se vio traducido en un escenario no sólo funcional, sino en una muestra de dinamismo y modernidad que a muchos nos hizo olvidar por algunos ratos (porque hay cosas que nunca se olvidan) el parque acuático donde tenían que mostrar su talento los alumnos de la cuarta generación. ¿Recuerdan que hasta incluso llegaron a tener una especie de mamíferos acuáticos partícipes en los lamentables espectáculos?

Continuemos con el panel de críticos, en esa ocasión formado por Enrique Guzmán, ídolo de la juventud de la década de los 60’s, Raúl Quintanilla, ‘Maestro’ miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte, Lisset, actriz y cantante quien se diera a conocer al interpretar Nada Personal junto al honorable Armando Manzanero, y finalmente, pero no por eso menos importante, Arturo López Gavito, crítico de hierro en algunas de las ediciones anteriores de La Academia. Dos de ellos pienso que desempeñaron un buen papel como críticos: Lisset y López Gavito. Aunque fue visible la poca experiencia en el panel, la primera tuvo comentarios acertados, mientras que el segundo, sin importar que en varias ocasiones no comparto su juicio (recordando que fui uno de los fans de Jolette, sin importarme su miserable actuación concierto tras concierto), Gavito es sin lugar a dudas una personalidad que tiende a ser objetivo en su crítica. Del señor Enrique Guzmán por el momento omitiré cualquier opinión que tenga respecto a él, ya que su poca participación (lo cual considero que fue correcto al ser el primer concierto) no me da armas suficientes para poder tener un comentario sobre su desempeño. Al que sí deberían “callarle la boca” es al susodicho ‘Maestro’ Quintanilla, quién se atrevió a muy artísticamente calificar como “orgía de mal gusto” uno de los números. Me permito citar a Roberto Rondero, columnista de El Universal, compartiendo su opinión: “lejos de comportarse como un docente y muy cerca de un castrante doctrinario”. No cabe duda que alguien que se extrañará mucho será a Lola Cortés, que aún con sus duras críticas era quién más le aportaba a los alumnos.

Desgraciadamente, una vez más tenemos que soportar la petulante y despreciativa presencia del Director Héctor Martínez. ¿Por qué la necesidad de seleccionar a alguno de los directores anteriores siendo que ninguno (si acaso el Maestro Willy Gutiérrez) ha logrado desempeñarse satisfactoriamente? Estoy totalmente de acuerdo que el rol de Director debe ocuparlo alguien con mano dura, pero también debe ser alguien que sepa cómo tratar a unos adolescentes que no saben cómo moverse en el medio artístico. Héctor Martínez es la viva imagen de Beatriz Moreno en el papel de la Sra. Orraca (o la Urraca como le decían los alumnos), directora de la escuela en la telenovela Carrusel, ¿la recuerdan?

Para finalizar, haré un recuento de los momentos memorables del primer concierto de la que supuestamente será la última generación de La Academia:

  • Se le vio todo México… ¡Tres veces! Alba, la Tabasqueña, al recibir la noticia de que ella era una de las seleccionadas, se quitó los tacones (pobre chica, por favor que le enseñen a usarlos), corrió y se tiró al escenario enseñando los calzones en más de una ocasión.
  • Juegan con los sentimientos de Luis Armando. Para variar Héctor Martínez en uno de sus actos llenos de soberbia, justo después de cantar y bailar, le pide al participante que se vaya a la casa. Él primero cree que es seleccionado y salta de alegría, pero luego el Director lo desmiente y le dice que no está adentro. Más tarde le informan que sí es uno de los originalmente 18 seleccionados. ¡Pobre muchacho! (También necesita un cambio de look urgentemente).
  • Competencia por el Premio a las Lágrimas de Cocodrilo. Uno tras otro, los participantes al recibir la noticia de que eran elegidos, tremendas escenas de lloriqueo que armaban. La ganadora definitivamente… Perla, quien estaba inconsolable y quien parecía necesitar un par de cachetadas para que se tranquilizara.
  • Héctor Martínez para Director del Instituto de Prevención Social del Delito. Durante la interpretación de “No dudaría” por parte de los exalumnos (un aplauso para Beto Castillo por tremendo arreglo de voces, aún cuando como persona es un ser bastante arrogante, hay que reconocer que su trabajo es para reconocerse y aplaudirse estando de pie), el Director de La Academia se dirigió a los asistentes y televidentes con un discurso meramente político y poco creíble en relación a la inseguridad e impunidad que se vive en el país.


Veremos qué es lo que sucede durante los próximos meses, esperando que las actuales pobres voces de los alumnos de La Academia nos puedan sorprender como lo hicieron alguna vez Myriam, Yuridia y Colette y que quién resulte ganador de la sexta y última generación sea alguien con talento, carisma y versátil, y no alguien como el Conde de Chalpatlahuac y su manzanita o Samuel y sus Ricitos de Oro