Continuando con la crítica al menesteroso espectáculo del fin de semana…
Hubo momentos claves en tan elemental espectáculo que llamaron mucho la atención:
- La pésima calidad en el audio. Con una amplia serie de micrófonos distintos, muy evidentes (sabrán que los micrófonos que deben utilizarse en el teatro deben ser discretos para que todo sea más creíble). No sé a que se debían las fallas, que únicamente ocasionaban que los diálogos se escucharan entrecortados, o peor, que no se escucharan en lo más mínimo. Y se le debe de enseñar a los actores y actrices a decir sus diálogos con micrófonos, ya que varios de ellos entre su dicción escueta y los alaridos que pegaban, el público no lograba escuchar ni entender absolutamente nada. Como parte del equipo debieron tener un ingeniero de sonido.
- La intoxicación por el olor a gasolina. Comienza la canción de “Rayo rebelde” y entra a escena un carrazo color rojo (aunque disfrazado, ya que es antes de la gran transformación). Definitivamente el carro no superó el desempeño de los participantes, dejando una emanación de gases seguramente tóxicos. Después del pasón, cuando ya el efecto bajaba, sucedió lo mismo, despertando a todos aquellos que habían preferido tomar una pequeña siesta.
- Leon-O, líder de los Thundercats resultó ser el personaje principal de Vaselina. El peinado de Danny, el cual conforme pasaba el tiempo empeoraba, lo hacía parecer más como el rey de la selva, que un galán de los años 60.
- Sandy la asalta cunas… Uno de los principales desaciertos de casting: escoger a un chiquillo carilampiño para el papel de Dany cuando Sandy se ve bastante mayor que el joven actor. Tal vez quisieron tener una semejanza con la película, ya que John Travolta tenía 24 años cuando la filmó, mientras que Olivia Newton-John tenía 30.
- Cha-cha DiGregorio no chocó, ¡la chocaron! Aquéllos que lograron percatarse del error de la actriz, al girar y textualmente estamparse contra una de las piernas y muro del escenario no pudieron aguantarse la carcajada.
- Un Ángel olvidadizo. Al comenzar el número de Vuelve a la escuela, sale Ángel muy seguro de sí mismo, olvidando encender su micrófono. Seguramente al ver la cara de extrañeza del público, el actor se percató y no tan sutilmente lo prendió. Posteriormente, en el clímax de la canción, estuvo a punto de gallar. Chavo, no hay que olvidar de encender el micrófono antes de salir a escena y hay que controlar los nervios para no cometer errores.
- ¡Dany no es Dany! Nuevamente una mala decisión de casting. Ni Alen Domínguez (Dany) ni Aldo Guerra (Kiko) se caracterizaron por una gran actuación, ni por tener grandes voces, ni por ser unos excelentes bailarines. Para mí, su participación fue ordinaria e insustancial (aunque tengo mis dudas, creo que ambos, principalmente Kiko, tienen madera y podría clasificarlos como raw talents. Con un buen maestro, podrían explotar las cualidades que tienen escondidas). Pero físicamente el papel de Dany debió ser representado por Aldo Guerra, ¡punto! Cuando salen en el primer número musical, antes de que se sepan los nombres de los papeles que están representando, sólo hay uno que sobresale del resto y en seguido uno piensa en él como Dany.
El veredicto final: ¡Reto no superado! No entiendo de verdad por qué Difusión Cultural ha perdido ese toque que tenía para presentar espectáculos de alta calidad. Ya que en los últimos semestres se ha dejado ver que han tenido un sinfín de equivocaciones y malas decisiones, que a final de cuentas evidencian a los que menos tienen la culpa: los alumnos participantes. Vamos, ellos no tienen la culpa de no cantar, no bailar o no actuar bien. Hay gente que no tiene talento artístico y punto. Pero debe de haber alguien que sepa reconocer esas carencias y, una de dos: o tratar de desarrollarlas para mejorar el desempeño artístico (por ejemplo, en Vaselina, mejorar la condición física de varios de los actores para que puedan cantar y bailar bien al mismo tiempo sin que les falte el aire, para que después puedan decir sus líneas sin jadear) o buscar a alguien que sí cumpla con todas las exigencias de un papel.
Por otro lado, si se tiene a un buen equipo de actores, bailarines y cantantes (caso que no es el de Vaselina), debe haber una producción por detrás que los soporte. Cosa que tampoco sucedió en Vaselina. Fue un espectáculo que le quedó muy chico al Teatro San Rafael. Es una lástima que no pudieron acercarse ni un poco a lo que fue Beatlemanía o Queen. Bien dicen que el show debe continuar, pero por favor no continúen con este tipo de presentaciones que únicamente son bien vistas en una kermés. Vaselina fue en su totalidad un insulto a la crinolina.